Una rave sorpresa con resultados visibles (Relato corto de LJ)

No es válido traer mierda, se puede fumar y beber sin ensuciarlo todo, ni sectas, ni ritos, ni cuervos que escarban la penúltima papelina. La música y el desenfreno, la improvisación y las idas y venidas en el ya vaiven del autocontrol, la fusión lógica que aporta la tecnología en un marco tan genuino nos hace acariciar las cortezas de los árboles, creadores y espectadores, se tornan los roles en cada una de las conversaciones entre risas y cucuteos de pájaros nocturnos mientras ritmos de club o garaje se fusionan, algun disfraz, alguna copa de más, alguna anécdota con tejones o jabalíes, partícipes de nuestros akelarres postmodernos.

Pero no olvidamos nunca, que el bosque merece un respeto pues la sombra de sus árboles nos cobijan de día y hacen menos intemperiosas las noches. La experiencia de vivir unos días en el bosque llena de humildad a la vez que potencia la razón de ser de nuestra existencia. Es posible que no sea fácil de entender, pues los entresijos de la evolución de un solo individuo es para llenar estantes.

Acabada ya una de estas vivencias rave y festivas en conjunción con las prolongadas estancias en el bosque, las cuales alteran mi instinto, para encontrarme en una urbe, y me enchufo en la sopa electromagnética que representa estar rodeado de multitud de aparatos. Basta con un dia que te quedes sin gasofa o sin coca o sin cola o quedarte a oscuras envuelto de basura sin amperios que los hagan funcionar, para darse cuenta que siempre existe la posibilidad de volver a la vida de nuestros ancestros.


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